Por Rafael Tejeda de Luna
Hace unos días revisando mis redes sociales me encontré una página en facebook de una colega escritora, Mimi López Soberano, con un mensaje que decía lo siguiente: Jamás se han iniciado guerras en nombre de Satán.
Dicha cuestión afirmativa me hizo
reflexionar si en verdad nunca se ha iniciado una guerra en nombre de un ser
maligno, por lo que empecé a buscar en el disco duro de mi cabeza algún dato
sobre el tema. Después de varios días de repasar en mí memoria, no recuerdo una
sola guerra en la tradición judío-cristiana que se haya realizado en nombre de
un demonio.
En múltiples culturas han
existido los dioses de la guerra a los que se les solicitaba su ayuda en
batalla y se les ofrecían ofrendas y sacrificios, pero no se hacían guerras en
nombre de ellos. Ni siquiera en el caso de la diosa mesopotámica Lilith
relacionada con el espíritu del viento en la oscuridad o como diablesa.
En otro enfoque, revisando la historia
oriental, encontré que en el hinduismo los asuras son un grupo de deidades sedientas de poder y en
constante guerra, consideradas a veces demoníacas o pecaminosas y que en la
historia medieval de la India se les solicitaba su apoyo a estas deidades para
ganar las batallas, sin embargo, no existe el dato de que en nombre de ellas se
iniciara una guerra.
Sin ir muy lejos, geográficamente
hablando, podríamos decir que lo que más se acerca a enarbolar una guerra en
nombre de un ser maligno, fueron las guerras rituales mexicas, siglos antes de la caída de Tenochtitlan, que los
investigadores llaman guerras floridas o Xochiyáoyotl, consistente en el acuerdo entre varias ciudades-estado,
que organizaban combates en los que se capturaban prisioneros de ambos bandos,
los cuales eran sacrificados en rituales.
Existe pocas posibilidades de que
tribus primitivas hayan realizado guerras tribales en nombre de un ser de la
oscuridad.
Lo que si se ha dado y está
documentado, es una multitud de asesinatos en donde los culpables afirman
haberlos realizado por orden del diablo o de un ser metafísico. También están
las sectas demoniacas o narco-satánicos, que cometen crímenes en nombre de
ángeles caídos o de energías corruptoras de los cánones morales pero no
guerras.
En conclusión, si bien es cierto
que los demonios andan sueltos, las guerras religiosas han existido o existen, cometiéndose
las atrocidades en nombre de la imposición de dioses verdaderos que son tolerantes,
justos, sabios y pacíficos. Y no queda más remedio que mandar a los seres malignos al diablo.
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