Por Rafael Tejeda de Luna
Hace unos días, viendo un video de hace algunos
años del dictador y sátrapa venezolano Nicolas Maduro, dónde decía que había
visto un pajarito que le hablaba y él imitaba el sonido del ave. Recordé que
conozco a muchas personas, incluso yo, que en ocasiones cuando hablamos hacemos
los sonidos de los objeto o animales de lo que estamos relatando.
A esto estimado lector se le llaman
onomatopeyas, palabras que imitan o recrean el sonido de la cosa, la acción
nombrada o ser vivo, y son un recurso expresivo muy potente, capaz de condensar
una idea o situación en muy poco espacio. A veces son un procedimiento más para
formar palabras, es decir, palabra cuya forma fónica imita el sonido de aquello
que designa; ejemplos: el beso suena ¡Mua! El auto hace ¡Run, run! La bomba (si
no es yucateca) hace ¡Boom!
En consulta realizada al internet, encontré
que se señala que el idioma japonés, es tal vez, el más rico en onomatopeyas,
por estar incorporadas en el habla cotidiana, un ejemplo de esto es cuando se
describe el acto de caminar, pues cuenta con diecisiete onomatopeyas para
decirlo, desde pequeños pasos de un bebé, hasta movimientos acelerados o un
caminar arrastrando los pies de un anciano.
En la literatura, la onomatopeya es un recurso
literario, que ayuda al lector a imaginar una acción. También, estas pueden ser
visuales o auditivas. En la radio, el teatro o el cine han tenido un papel
trascendente. Incluso, en la época de oro de la radio, había una persona que se
dedicaba exclusivamente a conseguir sonidos de todo lo que se pudieran imaginar
para ambientar la narración al momento de la transmisión. Hoy en día
encontramos a los directores de efectos de sonido.
Pero veamos algo divertido, onomatopeyas poco
comunes que hacen los animales, en lo referente al sonido que emiten no tanto
en cuanto a las acciones que hacen:
Primero, mencionemos algunos fáciles:
La abeja y la avispa: zumban; el asno y el
burro: rebuznan; el becerro, camello, toro, ciervo, buey, vaca o búfalo:
berrean, roncan, mugen o braman; el oso: gruñe; el pájaro: gorgorita o
trina; el caballo: relincha, resopla o bufa; el jabalí o cerdo: gruñen o
chillan; el coyote, lobo, zorro, chacal o perro: ladran o aúllan; el ganso,
pato, cisne o cuervo: Graznan, grajean o cantan; el pollito: pía; el gallo:
canta o cacarea; el gato y casi todos los felinos dependiendo el caso: maúllan,
bufan, ronronean, himplan o rugen; el grillo, grilla o chirria; el ratón:
chilla; la serpiente: silva; la rana: croa; la jirafa hace zumbido o ronquido;
el conejo y liebre, chillan o zapatean; la hiena aulla o rie; la Cabra, cabrito
y cordero: balan.
Ahora veamos algunas onomatopeyas poco comunes
de animales:
El rinoceronte : barrita, la chicharra o
cigarra: chirrían o chicharrean; la cigüeña: crotora o castañetea; el cocodrilo:
llora (mientras te come); el águila: chilla o trompetea; la ballena: canta; el
tecolote y búho: ululan (esto me recuerda la película Tizoc de 1957,
protagonizada por Pedro Infante, donde se dice: "cuando el tecolote canta
el indio muere"); sigamos con las onomatopeyas poco conocidas de animales,
el elefante: barrita; el loro: arrea o carretea; el mono: chilla; el delfín:
chasquea; el halcón hace un gañido; el pájaro carpintero: tamborilea; y
finalmente el guajolote: gluglutea o tita,
Para terminar, me pregunto qué animal podrá
imitar mejor las onomatopeyas de los políticos de México y el mundo ¿Serán las
ratas, las serpientes o las rémoras?
Gracias por Enriquecedora lectura, saludos
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