Por Rafael Tejeda de Luna
¿Cómo se creó la carta quemada
que es una oración a Lucifer?
Primero, me imaginé que había un
documento encontrado que no se quemó bien en una escena de crimen. Como estaba
en otro idioma se lo llevaron al escribano de la villa de Monclova, él se
espantó porque era una oración a Lucifer que estaba en Latín. Hasta ahí.
Segundo, pues bien... hice la
oración a Lucifer en una hoja tamaño carta, la llevé al Instituto de
Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), ahí me dijeron que dejara el documento y que en una semana regresara,
que ellos vería quién quería hacer la traducción. Pasó una semana, fui, la
secretaría del director del Instituto me dio la hoja en un sobre amarillo
cerrado y me dijo: - Nadie aquí le va a hacer este documento al latín-, por qué
le pregunté, y me respondió: -porque la mayoría de las personas aquí son
sacerdotes jesuitas y no le van a traducir eso-.
Ante esa respuesta contundente y
en virtud del dedo flamígero contra mi escrito, me trasladé a la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM, ahí me recibió la directora de la facultad, la
Dra. Carolina Ponce, quién me dijo que me haría la traducción al latín de la
época.
Después de un mes y medio, me dio
la traducción. Le agradecí y le dije que la mencionaría cuando mi libro fuera
publicado. La trascribí en mi ordenador (computadora), le puse una letra algo garigoleada
con el programa de word, la imprimí como seis veces debido a que tenía que
hacer pruebas al medio quemar las hojas, y por fin quedó una como me gustó. Ese
escrito lo escanee y lo pegué en la novela, y así fue como nació la oración a
Lucifer en El Diablo Gitano.
“Poderoso Lucifer.
¡Oh gran Luzbel, emperador excelso de los antros
infernales! Nosotros tus hijos putativos nos postramos ante ti. Te reconocemos
como Señor y Soberano. Has cumplido el pacto al darnos vida eterna en la sangre
de los inocentes. No tenemos ningún temor y sí vasto deseo de jurar siempre
seguir tu ley. En adelante [...] renegaremos de Dios a quien
aborrecemos. Nos declaramos en contra del agua del bautizo que sin nuestro
consentimiento recibimos cuando éramos simples mortales. Queremos permanecer y
formar compañía con los espíritus de tentación y daño. Desde aquel [...] esclavos por siempre
en [...] ya que Dios dejará de
ser Dios cuando reines, serás el Dios de Dioses por el poder que sobresale
a [...]. Ya no se escribirá la
palabra Dios aludiendo a Luzbel con “d” minúscula sino con la “D” mayúscula.
Nunca aceptaremos a la mujer que pisa la cabeza[1] para salvar almas. Te amamos [...] nos recreamos en
el terror [...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario