miércoles, 13 de septiembre de 2023

Hablemos de... cómo se creó la oración a Lucifer en la novela

 Por Rafael Tejeda de Luna

¿Cómo se creó la carta quemada que es una oración a Lucifer?

 




Primero, me imaginé que había un documento encontrado que no se quemó bien en una escena de crimen. Como estaba en otro idioma se lo llevaron al escribano de la villa de Monclova, él se espantó porque era una oración a Lucifer que estaba en Latín. Hasta ahí.

 

Segundo, pues bien... hice la oración a Lucifer en una hoja tamaño carta, la llevé al Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ahí me dijeron que dejara el documento y que en una semana regresara, que ellos vería quién quería hacer la traducción. Pasó una semana, fui, la secretaría del director del Instituto me dio la hoja en un sobre amarillo cerrado y me dijo: - Nadie aquí le va a hacer este documento al latín-, por qué le pregunté, y me respondió: -porque la mayoría de las personas aquí son sacerdotes jesuitas y no le van a traducir eso-.

 

Ante esa respuesta contundente y en virtud del dedo flamígero contra mi escrito, me trasladé a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ahí me recibió la directora de la facultad, la Dra. Carolina Ponce, quién me dijo que me haría la traducción al latín de la época.

 

Después de un mes y medio, me dio la traducción. Le agradecí y le dije que la mencionaría cuando mi libro fuera publicado. La trascribí en mi ordenador (computadora), le puse una letra algo garigoleada con el programa de word, la imprimí como seis veces debido a que tenía que hacer pruebas al medio quemar las hojas, y por fin quedó una como me gustó. Ese escrito lo escanee y lo pegué en la novela, y así fue como nació la oración a Lucifer en El Diablo Gitano.


“Poderoso Lucifer.

¡Oh gran Luzbel, emperador excelso de los antros infernales! Nosotros tus hijos putativos nos postramos ante ti. Te reconocemos como Señor y Soberano. Has cumplido el pacto al darnos vida eterna en la sangre de los inocentes. No tenemos ningún temor y sí vasto deseo de jurar siempre seguir tu ley. En adelante [...] renegaremos de Dios a quien aborrecemos. Nos declaramos en contra del agua del bautizo que sin nuestro consentimiento recibimos cuando éramos simples mortales. Queremos permanecer y formar compañía con los espíritus de tentación y daño. Desde aquel [...] esclavos por siempre en   [...] ya que Dios dejará de ser Dios cuando reines, serás el Dios de Dioses por el poder que sobresale a   [...]. Ya no se escribirá la palabra Dios aludiendo a Luzbel con “d” minúscula sino con la “D” mayúscula. Nunca aceptaremos a la mujer que pisa la cabeza[1] para salvar almas. Te amamos [...] nos recreamos en el terror [...]



[1] Es una alusión a la Virgen María.

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